El aula como hipertexto INVESTIGACIÓN
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No se incluyen:
Protocolos, materiales elaborados, fundamentación teórica, metodología utilizada ni conclusiones provisionales
ESCÉNICO PERMANENTE
El primer esbozo de esta propuesta fue presentado en la Escuela de Verano de Acción Educativa durante los cursos 96-97 y 97-98; también en unas Jornadas del CPR de Pastrana durante 1998.
En síntesis se trata de lo siguiente:
Vivimos en la época del milisegundo y del nanosegundo. El ordenador ejemplifica muy bien la velocidad a la que puede llegarse en el procesamiento de la información. Pero el ordenador sigue siendo un emulador del cerebro humano. Y así, si el ordenador invierte unos segundos en chequear y evaluar todo el sistema cuando se enciende, también nuestro cerebro de forma inmediata y permanente está evaluando y chequeando todo tipo de situaciones. De esta actividad superveloz e instantánea del cerebro humano, en modo alguno identificable con lo que se denomina evaluación informal, habría de nutrirse y partir la evaluación académica.
Ignorar este hecho fundamental ha conducido inexorablemente al ritualismo, al academicismo y a la burocratización de la evaluación, subrayándose únicamente sus aspectos formales, sean cuantitativistas o cualitativistas.
Aquí podría radicar una de las causas que ayude a explicar por qué la evaluación académica resulta generalmente ineficaz y repetitiva o, lo que es más alarmante, por qué en educación no se evalúa casi nunca con rigor, denominándose evaluación a situaciones protocolarias acríticas, formalistas, estandarizadas y administrativistas, incluso arbitrarias, trufadas por el deseo legítimo de quedar bien todos con todos.
Podría valer como ejemplo, entre otros, el ritual cansino de las Memorias de fin de curso. Quien adelante lo que se escribirá en el 70% de las mismas en junio de 2003, por ejemplo, no correrá el riesgo de equivocarse. Se parecen una a otra como gotas de agua.
Padres en el aula
Se ha partido de una dificultad real: las relaciones entre los padres o tutores de los alumnos y el profesorado están salpicadas, en general, de desconfianzas, tópicos, desinformación, actitudes defensivas en ambas partes, recelos y prejuicios enquistados hondamente en casi todas las Comunidades Educativas. Continuar insistiendo en los aspectos psicoanalíticos o socioculturales que están detrás de esta dificultad real es perder el tiempo. Quejarse en los pasillos del cole, más todavía.
Era preciso investigar en otra dirección desde la práctica cotidiana de la tutoría.
¿Cómo? Invitando a los padres para que de manera permanente pudieran venir al aula cuando lo desearan y pudieran; no para colaborar en momentos concretos suficientemente conocidos (talleres de manualidades, fiestas de Carnaval, fiesta de fin de curso o situaciones parecidas), sino diariamente, en pleno horario escolar.
El resultado está siendo espectacular. En los dos años que lleva esta investigación se han producido mejoras importantes en la resolución de problemas que afectaban seriamente al rendimiento y a la calidad de la enseñanza y de los aprendizajes de muchos alumnos.
Ha sido preciso elaborar materiales totalmente contextualizados, superar recelos mutuos, definir el sentido de la presencia de los padres en el aula (a modo de observadores informales participantes), establecer conexiones entre la presencia de los padres y las entrevistas individuales en las que están presentes los alumnos, etc.
Las funciones de la tutoría están saliendo de esta experiencia fuertemente prestigiadas y resituadas de forma más científica, práctica y concreta.
El aumento de la motivación en los alumnos experimenta un cambio sostenido que se mantiene a lo largo del curso.
La planificación interactiva olvida el discurso sobre las programaciones de aula basado en la misma cantinela de siempre: objetivos, metodología, temporalización, actividades, recursos, evaluación, etc.; un discurso, en mi opinión ya obsoleto, todavía dominante en amplios sectores educativos y en el que se identifica el arte de saber planificar (es preferible este término al término programar) con el dominio técnico de los apartados que se necesitan para elaborar una unidad didáctica puramente formal.
La planificación interactiva evita asociar la expresión programaciones de aula con las unidades didácticas únicamente, pues se trata de algo a la vez más simple y complejo.
En la planificación interactiva, por ejemplo, en vez de objetivos se habla de principios de procedimiento, que son otra cosa bien distinta, de proyectos de intervención, de pequeños proyectos, de proyectos espontáneos y también, cómo no, pero dependiendo de qué contenidos, de unidades didácticas.
En la planificación interactiva cobra mucha importancia la temporalización, pero no entendida como el despliegue de un calendario de actividades previsibles; también resalta la interpretación que se hace de los indicadores globalizados para la evaluación y la contextualización del uso de los recursos disponibles.
Pero sin duda, la mayor ventaja de la planificación interactiva radica en que devuelve al profesional de la enseñanza la posibilidad de desplegar su capacidad creativa y su capacidad de intervención sin rigideces formales ni burocráticas, impregnando su trabajo de un aire dinámico, alejado del rollo insufrible de la elaboración de unas unidades didácticas plagadas de tópicos vacíos que rara vez se ajustan a la dinámica fluida y compleja de lo que ocurre en un aula.
El aula como UN espacio escénico permanente
Considerar el aula como un espacio escénico permanente resulta fascinante. Un aula viva es realmente puro hipertexto.
Todos representamos a cada momento papeles, roles, estereotipos, personajes y personajillos no prefijados, pero sí interiorizados y vinculados con los mitos y sueños de nuestra cultura. El profe puede ser un mago, un pirata, un futbolista, un actor, un torero, un boxeador, un ciclista, un personaje de Star Wars, un pistolero, un tazo, Pokémon, un dinosaurio rabioso y enfadado, un monstruo cabreado e irritado, un personaje misterioso o cualquier cosa que se tercie y demande la situación. Y una pelea de patio puede dar lugar a plantear una mayor riqueza expresiva en la utilización del vocabulario para describir o insultar. Llamar gilipollas a alguien está ya muy visto. Lo hace cualquier máquina virtual. Hasta los furbys.
Y un alumno puede ser un chulito que se lo tiene creído, una princesa, un manipulador, un dictador, un rey, un cantante de rock, Zidane, un tucán, Saviola, una joya preciosa, Raúl, Figo, Enrique Iglesias, un pato dormilón, una berenjena borracha, un dromedario despistado o un caimán con gafas.
No hay personajes definidos y todos son posibles, ni diálogos que memorizar. Tan sólo interminables situaciones de aula que en todo momento se improvisan, se escenifican y reinventan.
Interpretar el aula como un espacio escénico permanente no consiste, sin embargo, en que el profesor tenga que estar haciendo el payaso a todas horas. O que los contenidos pierdan el protagonismo; mucho menos, que haya que seguir la moda para estar en la cuerda de los gustos y caprichos pasajeros del alumnado para así distraer su desmotivación, dorarles la píldora y evitarles el esfuerzo.
El aula como espacio escénico permanente provoca sobre todo un efecto fantástico en las relaciones interpersonales, porque los protagonistas de los cuentos y de la novela de la vida somos nosotros mismos que nos reímos, nos enfadamos y nos cabreamos con todo, siendo a la vez muy serios, con más fantasía que los personajes que vienen en libros de otras épocas.
Recursos necesarios: creatividad, fantasía, empatía, ganas de reír y mucha seriedad. No descoloca ningún presupuesto económico del Centro. Sin textos ni fotocopias. Hasta la mitad de las tizas sobran. El aula como espacio escénico permanente es una experiencia altamente aconsejable.
Neurociencia: apoyando la sincronización cerebral hemisférica en el aula
En las investigaciones más recientes sobre el cerebro humano se apunta que, dado que nuestro cerebro está claramente lateralizado, una manera de potenciar su rendimiento podría ser facilitar la sincronización de ambos hemisferios. Dicha sincronización se posibilita, entre otras técnicas posibles, con músicas que incluyen ondas beta o zeta, según proceda.
Alfred Tomatis y Robert Monroe entre varios que podrían mencionarse, con distintos enfoques y propuestas, saben mucho de esto.
Los resultados siempre son sorprendentes.
La biografía oculta de la infancia.
ni adultos bajitos, ni perversos polimorfos
El psicoanálisis, incluso el más refinado y sofisticado como puede ser el de orientación lacaniana, es actualmente insuficiente.
Se sabe que la etapa fetal es clave y condiciona pautas de comportamiento que por analogía se potencian entre los 7-12 años, proyectando luego su sombra permanente en la vida adulta. Intentar aproximarse a la comprensión de tales condicionamientos intrauterinos ofrece pistas para mejorar la relación de los adultos con los niños, en especial para mejorar la calidad de su intervención en la enseñanza. Los niños desde luego no son ni locos ni adultos bajitos o perversos polimorfos como los definió Freud. Son cerebros en fase de maduración que se relacionan con las cosas y las personas de una determinada manera. En ese proceso, constituyen un lujo y una maravilla de la existencia.
La biografía oculta de cada niño o niña, la biografía que le condicionará desde que fue un cigoto hasta su muerte, se siente más relajada cuando el aula se transforma en un espacio escénico permanente.
La investigación sorprendente de Joaquín Grau avala estas hipótesis.
© Copyright Bernardo Ceprián Nieto Derechos reservados 2000-2003
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