El aula como hipertexto Tecnología y educación                       

                                              

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  Ideologías e Internet
  ¿Estamos informados globalmente?
  Hipertexto, nanotecnología y educación

                   

                                                                          IDEOLOGÍAS E INTERNET

   ¿De nuevo el rollo ideológico? ¿No habíamos quedado en que las ideologías están ya caducas?  ¿Acaso la revolución tecnológica no lo fagocita todo  transformándolo en otra cosa? ¿Es posible encontrar ideologías en la tecnología aséptica, limpia y neutra de los megabytes?

Las ideologías desde luego siguen existiendo y  están muy presentes en la Red.  Vaya si lo están. Y si discrepas de lo que sostengo en estas líneas te invito a discutir y terciar en el asunto.

                Entenderé por ideología lo siguiente:

"La ideología es un sistema de opiniones que basándose en un sistema de valores admitidos, determina las actitudes y los comportamientos de las personas en relación a los objetivos que se desean para el desarrollo de la sociedad, del grupo social al que se pertenece o del propio individuo". (Adam Schaff: Sociología e ideología, página 78, Ediciones Península, Barcelona, 1967). 

La cita no es tecnológicamente avanzada pero, en mi opinión, no ha perdido ni un ápice de su vigencia.

Las ideologías como es sabido organizan con frecuencia la manera de pensar de los individuos y de los grupos sociales de manera inconsciente, sin que  se haya dado previamente un proceso de  reflexión crítica. O sea, y dicho sin rodeos: que al hilo de los profundos cambios tecnológicos que se están produciendo podemos asistir a  una de las mayores comeduras de coco que hayan podido perpetrarse  en toda la historia de la humanidad. No lo sostengo con rotundidad, pero cuando me asaltan la duda y la perplejidad - y últimamente me ocurre con frecuencia - la hipótesis me resulta verosímil.

Debo al extraordinario libro de Javier Echeverría Los señores del aire: Telépolis y el tercer entorno ( Ediciones Destino,1999; dirección electrónica autorizada por el autor: [email protected]) la ocurrencia y la posibilidad de hacer esta breve página;  hasta el punto de que he preferido esquematizar las sugerencias que plantea en el prólogo de su excelente ensayo con algunos añadidos míos. 

Siguiendo a Javier Echeverría  las principales concepciones ideológicas sobre la Red serían:

        La concepción tecnologicista

             Para esta concepción las nuevas tecnologías están cambiando el mundo dando lugar a una cierta tribalidad (la famosa aldea global) y el retorno al mundo audiotáctil. McLuhan puede ser considerado el más genuino representante de esta posición.

              La concepción mentalista o cognitivista

            Interpreta que las nuevas tecnologías son una extensión del cerebro humano.  Internet sería una especie de cerebro global que interconecta los cerebros individuales. Su principal representante sería Derrick Kerckhove, principal discípulo y continuador de McLuhan. 

                  Los neohegelianos

        Entienden la Red como la máxima manifestación del espíritu absoluto, como el nuevo espacio de la religación universal. Internet sería una nueva forma de espiritualidad, la nueva ciudad de Dios, el cuerpo místico de Cristo. Pueden encontrarse este tipo de formulaciones visitando, por ejemplo,  algunas de las muchísimas webs new age y las de algunas confesiones religiosas. 

               Los mercantilistas

            Para ellos Internet es simplemente un mercado y otro tanto cabe decir de las redes telefónicas y de los medios de comunicación. El mítico Bill Gates y su omnipresente Microsoft junto con George Soros serían sus genuinos representantes.

                   Los neoliberales

            Son partidarios de la total desregulación del sector de las telecomunicaciones en todos los países con el fin de fomentar el desarrollo del mercado global, rompiendo todo régimen de monopolio o dependencia estatal. El conocido Alvin Toffler y la tendencia general dominante en la actual política occidental con sus contradicciones y zigzagueos serían exponentes de esta tendencia. Los problemas generados por la seguridad  en la Red invitan permanentemente a reconsiderar dichas posiciones ideológicas.

          La colonización de las multinacionales

            Según estos ideólogos - muy críticos con las nuevas tecnologías - la Red es una creación más  de las multinacionales para dominar el mundo y multiplicar sus beneficios. El conocido Noam Chomsky,  Ignaci Ramonet (director de Le Monde Diplomatique) y Manuel Castells estarían en esta línea. De Ignaci Ramonet se ha reeditado recientemente su extraordinario libro La golosina visual

              La colonización norteamericana.

            Sostienen que estamos ante una progresiva americanización del planeta. Internet representaría el mayor peligro de homogenización cultural y política que se ha dado hasta ahora en la historia de la humanidad. Vicente Verdú estaría en  esta línea de pensamiento. Cabe recordar su excelente libro El planeta americano y sus incisivos artículos que aparecen con frecuencia en el periódico EL PAÍS. Paul Virilio y Sartori, con matices,  podrían encuadrarse también en esta posición.

         Los demócratas utópicos

                Para ellos Internet prefigura el nuevo orden democrático mundial, potenciando la democracia directa y haciendo decrecer los nacionalismos y la soberanía de los Estados.        

               El ciberanarquismo

            Para los ciberanarquistas Internet supone la realización histórica del anarquismo, por tanto, no debe haber ninguna regulación en la Red, salvo las que vengan determinadas por las limitaciones y las necesidades tecnológicas. En general, y sin matizar, el movimiento hacker podría incluirse en este grupo.

               Los optimistas.

            Según ellos estamos entrando en una nueva civilización, el mundo digital, que traerá toda suerte de beneficios a la humanidad.  Su visión adolece de cierto simplismo exento de rigor crítico.  El conocido Nicolas Negroponte sería un genuino representante de esta posición.

               Otras

           Hay también autores que subrayan los aspectos economicistas de la Red, también  neocomunistas, antiimperialistas, militaristas, apocalípticos, nihilistas,...

         El tercer entorno (JAVIER ECHEVERRÍA)

         En el prólogo de su libro Javier Echeverría avanza ya  sus diferencias respecto a las ideologías anteriores con objeto de contextualizar mejor sus ideas. Su hipótesis central sería: estamos ante un nuevo espacio social, el tercer entorno, distinto de los dos entornos  en los que ha vivido hasta ahora el ser humano - el campo y la ciudad - y que es algo más que un medio de información y comunicación. Este nuevo entorno virtual plantea y replantea problemas de todo tipo que es necesario afrontar. 

              Un último ejemplo conocido por los usuarios de la informática: el sistema operativo Linux  (Red Hat 6.1)  ¿acaso no es distinto del dominante sistema operativo Windows, tanto en su concepción, como en su proceso de elaboración, distribución y comercialización? ¿Qué decir de Macintosh?

               Parece evidente según lo anterior que la Red está inesquivablemente ideologizada por todos los lados; quienes parece que aún no hemos podido tomar conciencia crítica de tal ideologización somos los propios usuarios, bombardeados de forma distorsionada y persistente sobre los posibles beneficios de esta revolución tecnológica, bloqueándose así la necesidad de superar cuanto antes la fase digital mágico-mítica  en la que  parece que nos encontramos.

¿Ideologías educativas  en la Red también?. 

        Sí.  Claramente perceptibles. Simplificando las agrupo en dos:

   La ideología de orientación tecnocrática

¿Sabes que Internet como sistema de comunicación se basa en los modelos matemáticos de la información? ¿Qué supone esto?  Pues que tales modelos son por definición de carácter transmisivo, unidireccionales y de feed-back diferido. Y aunque es cierto que las tecnologías actuales permiten cada vez más una comunicación en tiempo real, su costo económico - si han de integrarse simultáneamente diversos recursos como sería lo posible y deseable - es de momento  muy elevado, con lo que la comunicación en tiempo real queda finalmente limitada.

  ¿Sabes que la globalización de los conocimientos - la mítica sociedad del conocimiento -  es por ahora un perfecto camelo, impulsada por especialistas en marketing y gestión que se las saben todas?.

  ¿Qué decir  de la famosa interactividad? ¿En qué está consistiendo realmente? En que yo reproduzco de forma pasiva como usuario indefenso un itinerario diseñado previamente. Es decir, he de ajustarme a la lógica del software en cuestión, sea la que sea y sin posibilidad de respuesta crítica. ¿Eso es un avance?. 

  Pues bien. La ideología de orientación tecnocrática en educación parece descuidar olímpicamente éstas y otras cuestiones y construye sitios y más sitios para la Red como si de churros ahormados en serie se tratara.  En mi opinión, alrededor del 80 % de las webs actuales sobre educación constituyen  una deliciosa inutilidad, incluyendo algún que otro afamado portal. Eso sí, los colorines, los gifs, los píxeles y otras argucias técnicas consiguen  entretener bastante.

  Un ejemplo: es conocido que la videoconferencia está de moda  en ambientes educativos tecnocráticos  supuestamente vanguardistas. He asistido a alguna.  La sensación de tomadura de pelo fue intensa. Resulta que desde el centro de emisión se realizaba el control de la imagen y del sonido limitándonos el resto de los puntos conectados a ser meros receptores. Esto no es una revolución educativa, se mire por donde se mire. Prefiero la lectura de un buen libro antes que soportar a un busto parlante que desde su centro emisor tiene ya decidido lo que se va a mostrar y cómo, provocándome de paso y al menor descuido hasta una imprevisible tortícolis. 

    La ideología de orientación crítica

Se trata de una orientación ideológica minoritaria en la Red. Tan minoritaria que apenas consigue hacerse oír. Tiene claro de momento algunas cosas:

  No confunde multimedia o hipermedia con información global, pues una cosa es  manejar muchos recursos en educación (multimedia), y otra cosa bien distinta  que la utilización variada de recursos conlleve impepinablemente el marchamo de  global.

  Propone que la revolución educativa propiciada por los avances tecnológicos no puede ser más de lo mismo, o sea, un modelo transmisivo escasamente bidireccional en el que en vez del clásico manual académico - los famosos ladrillos - tengo que trastearme mucho hipertexto planificado de forma estandarizada o darle mucha caña a la impresora o endilgarme varios CDs, perdiendo en el camino el tiempo y fomentando una fatiga visual innecesaria.

  ¿Cómo discurriría una videoconferencia dentro de la orientación ideológica crítica? Podría ser así: cada punto conectado tendría su autonomía para la emisión y recepción de mensajes estableciéndose entre ellos una relación horizontal sin ningún tipo de control tecnológico por parte de nadie, es decir, se intentaría esquivar los errores demasiado vistos y transitados  del modelo transmisivo. Los receptores serían a la vez emisores y productores de textos. Tecnológicamente es más que posible realizarlo así. Desde el punto de vista educativo, tal vez será necesario releer a Paolo Freire en clave cibernética. O simplemente actualizar la mayéutica socrática.

  A mi juicio, una videoconferencia organizada de esta forma constituiría una revolución educativa sin precedentes, pero no la actual inmersión estupidizante en el conocimiento de una nueva cacharrería  que  parece limitarse por ahora a reciclar entre hiperenlaces, avatars, chats, y MUDs  ataviados de muchos colorines y deseos vaporosos las memeces y nimiedades de siempre. Las memeces y nimiedades que recorren más allá de Atapuerca los sueños ancestrales de nuestra especie.  

       © Derechos reservados. Bernardo Ceprián Nieto

                                        

      ¿ESTAMOS INFORMADOS GLOBALMENTE?

Cuando hace unos años escuchaba que entrábamos en la era de la información, en las autopistas de la información, en la aldea global  u otras expresiones semejantes decidí no perderme algo que me parecía singular e importante. 

También resultaba difícil sustraerse a la monserga que  insistía machaconamente sobre lo que iba a suponer la revolución tecnológica. ¿Cómo negar ahora en el año 2000 la evidencia de que puedo disponer al instante de la información  de lo que ocurre en cualquier parte del planeta? Sin olvidar que serían necesarios dos edificios del tamaño de las torres de la Plaza de Castilla en Madrid, por ejemplo, para almacenar toda la posible información que cabe en un cerebro humano; una capacidad  muy superior a la  de los ordenadores actuales más inteligentes que, merced a los espectaculares avances de la microtecnología,  realizan cálculos en gigasegundos (milmillonésima parte de un segundo). Impresionante. Pero veamos.

En efecto, creo arriesgado hablar de información global con la alegría  y desparpajo con que se hace actualmente en casi todos los ámbitos.  Sin embargo,  parecen tener razón los defensores del hipertexto cuando sostienen que la no-linealidad  es una estructura más acorde con la configuración de  nuestro cerebro frente a la linealidad de la enseñanza tradicional que aún pervive, pero cuyo fracaso relativo casi nadie discute ya. 

Hay un dato que pasa frecuentemente desapercibido en el debate sobre esta revolución tecnológica que vivimos: la no linealidad - tan evidente y omnipresente en Internet, en el zapping televisivo o en el ir y venir de un tema a otro sin aparentes normas lógicas  en las comunicaciones orales informales, por ejemplo -, sitúa en el primer plano de los procesos de aprendizaje el olvidado hemisferio derecho. ¿Qué supone esto? Me detendré algo en esta cuestión. 

En primer lugar, hay que subrayar que la lateralización del cerebro humano es un hecho científico incontrovertible que está en la misma base de nuestra propia evolución filogenética como confirman incluso las investigaciones de Atapuerca; es decir, la lateralización cerebral - que por cierto es algo más radical y profundo que eso tan doméstico como ser zurdo, diestro o presentar una lateralidad  no definida ( ¡ )- no es un rollo teórico recreado ahora por algunos pedagogos ociosos y despistados que van de supermodernos. 

Repaso seguidamente algunas características descriptivas de los procesos perceptivos del hemisferio derecho. Las implicaciones didácticas  de dichos procesos pueden llegar a ser tan impresionantes, como lamentablemente desconocidas por una buena parte de los sectores relacionados con el mundo educativo, incluyendo el mundo académico. Cómo entender si no que la información sobre los vertiginosos avances en bioquímica, en genética, en antropología,  en paleontología, en neurología, en informática, ... sean interpretados en los mentideros de la movida educativa como gacetillas marginales  del capítulo de sucesos y no vayan impregnando, aunque fuera lentamente, estilos, perspectivas, enfoques y comportamientos o planteando una actualización siquiera mínima en los programas de formación del profesorado.

Pues bien, se sabe que este arrinconado, olvidado y marginado  hemisferio - que, por cierto, es predominante hasta aproximadamente la edad de los 12-14 años y cuyos procesos perceptivos junto con los procesos del hemisferio izquierdo no habría que identificar con los estadios de la epistemología genética de Piaget, por ejemplo,  -  es un hemisferio esencialmente analógico, es decir, establece relaciones entre los hechos concretos como estructuras globales a partir de la semejanza, no respondiendo al modelo causal y analítico característico del hemisferio izquierdo.

Se trata, por tanto,  de un hemisferio intuitivo, altamente emotivo, que no escinde la subjetividad, de un hemisferio que  vivencia al instante los hechos concretos, pero que luego no recuerda  y jamás interpreta. Subrayo - pues el error está muy extendido - que el recuerdo y la interpretación son actividades específicas del hemisferio izquierdo; el hemisferio derecho, en cambio, no recuerda, pero curiosamente jamás olvida, ya que mantiene lo vivido embalsado     en su estructura. 

El hemisferio derecho es asimismo predominantemente holístico, multidimensional y cualitativo;  nada cuantificador, por tanto;  y procesa  la información como un impacto vivo que metaboliza e integra al instante en una totalidad, como si tal impacto surgiera de dentro, ajeno luego a los referentes  externos de donde han provenido dichos impactos. Por eso, para este hemisferio es real todo lo que siente como tal,  no distinguiendo entre el yo y los otros o entre un dentro y un afuera. Por lo mismo, su verdad es siempre una verdad sentida, altamente emotiva,  poco que ver con la verdad supuestamente objetiva o la verdad expresada y elaborada culturalmente por el hemisferio izquierdo. Tal manera de procesar y organizar la información, observable en la manera de ser y estar de cualquier niñ@,  ayuda a explicar y entender entre otras cosas por qué lo audiovisual impacta sin mediaciones lógicas y con escaso margen para la discriminación y el discernimiento. 

Una característica llamativa de los procesos perceptivos del  hemisferio derecho es su desconocimiento del espacio y del tiempo. Aunque lo que percibe este hemisferio trascurre siempre  en un escenario determinado, la línea argumental de lo percibido, como ocurre en los sueños, no sigue nunca un orden lógico y temporal, como se evidencia nítidamente, por ejemplo, en cómo organizan, sienten y expresan los pequeñ@s sus juegos de patio. De ahí también el carácter simbólico de los sueños que tanto preocupó a Freud.

Todo esto resulta fascinante y trae aparejadas unas consecuencias para el aula  que no es ahora el momento de abordar.  (Puede leerse, no obstante, un avance informal, distendido y desenfadado en el aula como espacio escénico permanente dentro de la página dedicada a Investigación).  Si efectuáramos un contraste entre esta manera específica de procesar la información  del hemisferio derecho y el lenguaje utilizado por la publicidad, el cine, y, en general, por todos los medios audiovisuales, se entendería mejor la fuerte capacidad de seducción de dichos lenguajes, su capacidad  hipnótica, el embelesamiento, la obnubilación y la gran capacidad de identificación que provocan, así como el alto despliegue de emotividad y creatividad simbólica que con frecuencia derrochan; es como si dichos lenguajes fueran al grano y estuvieran en la mismísima pomada  de la estructura neuroemocional  de dicho hemisferio. 

La cultura occidental basada hasta ahora en el desarrollo y predominio abusivo - casi paroxístico - del hemisferio izquierdo, no sólo  ha ignorado olímpicamente esta  manera de percibir,  sino que ha provocado una escisión que ha derivado en un exceso de abstracción, conceptualización  y análisis a expensas precisamente de la emotividad, la creatividad, la analogía, las verdades sentidas y el simbolismo. ¿Cómo entender si no, más allá de algunas claves socioculturales,  la aparatosidad emocional que se evidencia en las gradas abarrotadas de un estadio de fútbol, el apoteósico final tan emotivamente desquiciado  de un programa como Gran Hermano, la ensoñación y los procesos de identificación que genera la pequeña pantalla u otras  alucinaciones colectivas,...? ¿Qué manifiesta un quinceañero cuando ante la pregunta qué tal el concierto de ayer de Mojinos escocíos  se limita a responder de alucine, tío? ¿Simple pobreza de vocabulario que diría una rancia institución académica o puro impacto emocional escindido o no - quién sabe - de la capacidad de discernimiento asentada en su hemisferio izquierdo?. Una didáctica de la lengua y la literatura, por ejemplo,  que ignore los procesos perceptivos del hemisferio derecho, en mi opinión, habitará permanentemente en la inopia. Si la palabra no consigue alucinar - impactar -, si no recupera su capacidad de embrujo desde una estética distinta de la retórica convencional dominante en la mayoría de las instituciones educativas actuales, no resultará extraño que la comunicación verbal tienda a retraerse y busque cobijo en expresiones telegráficas más facilitadoras y contundentes del tipo "demasiao, colega", "me he pillao un rebote que no veas", "o sea, una pasada, tía" ,"cómo mola",...

El riesgo al que asistimos en la actualidad, sin embargo,  puede radicar precisamente en bascular en exceso hacia el hemisferio derecho, lo que filogenéticamente constituiría una involución, sacralizando de forma confusa la no linealidad, la hipertextualidad espectacular, vertiginosa y totalmente aleatoria relegando la capacidad de discernimiento crítico del hemisferio izquierdo. Tal protagonismo descompensado del hemisferio derecho - potenciado ahora por mor de la revolución tecnológica que estamos viviendo - nos podría retrotraer como especie  a una fase cuasireptiliana, valga la exageración, arquetípica e infantiloide observable sintomáticamente en determinados lectores hipertextuales tipo zombi (Ver Cuestiones psicopedagógicas en este mismo site), de tal suerte que se cortocircuitarían los procesos de maduración de aprendizajes basados en las conquistas culturales definitivas del hemisferio izquierdo (conceptualización, abstracción, interpretación, análisis, ...). Hipótesis no del todo  desdeñable, cuando lo mediático en las últimas décadas se ha convertido en un auténtico bombardeo, las técnicas de la publicidad y de la propaganda son ahora pasmosamente sofisticadas y sutiles y el porcentaje de estupideces por metro cuadrado ha crecido hasta cotas impensables al largar y escribir cada cual lo que se le viene a las mientes  al amparo de la democracia y la libertad de expresión. "La velocidad de una computadora con el nivel emocional de un primate", había advertido hace años Erich Fromm.  

¿Puede desbrozarse semejante atasco? Sería indispensable, desde luego, una educación rigurosa en la sincronización hemisférica, toda vez que la ciencia desde muchas vertientes confirma  permanentemente nuestra enigmática  lateralización cerebral. Tal sincronización es justamente lo que más se descuida en los abundantes discursos atropellados sobre la cacareada información global, provocando  en los racionalistas avant la lettre  una resistencia numantina hacia las nuevas maneras de procesar la información. 

                    ¿Sería posible establecer algún criterio funcional?

Debo a Joaquín Grau, un investigador heterodoxo y profundo conocedor de las culturas analógicas - es decir, culturas  en las que predominan aún los procesos perceptivos del hemisferio derecho en su evolución filogenética -,  una clarificación importante de esta cuestión. Joaquín Grau convivió durante un tiempo con los aucas, una etnia selvática primitiva cuya forma de vida totalmente analógica correspondía a la que nuestros antepasados tuvieron en el Paleolítico Inferior Medio hace más de 25.000 años y que conocieron por primera vez a un hombre blanco cuando entraron en contacto con Joaquín Grau. Mis reflexiones en buena parte son tributarias precisamente de las aportaciones antropológicas que Joaquín Grau planteaba en 1987 en su fascinante libro Mi vida con los aucas y posteriormente en otros libros suyos - confirmadas luego en conversación mantenida con él- , y que me han ayudado a entender las profundas contradicciones de nuestra maltrecha cultura occidental dominada en exceso por las argucias analíticas del hemisferio izquierdo. 

En línea con las sugerencias de  Joaquín Grau, - y planteando la cuestión desde la perspectiva de una inaplazable sincronización hemisférica - para que una información fuera global habría  de cumplir estos requisitos imprescindibles:

 disponer de toda la información necesaria.

 que dicha información no estuviera intoxicada.

 que la información se pudiera utilizar en la vida cotidiana.

  Aplicando dichas condiciones a la información que nos brinda un telediario, un informativo radiofónico, Internet, la exposición oral de cualquier profesor en su aula, la información que circula en una reunión de trabajo, la que ofrece un conferenciante o el mismísimo en directo, fácilmente se percibe que estamos lejos de algo que pueda denominarse información global

Primero y obviamente porque la información que necesitamos en cada momento no está siempre disponible, por no  hablar de la restricción y manipulación que  los inevitables procesos de selección y empaquetado introducen en la información y sin olvidar que  la información verdaderamente relevante  no va a estar accesible en muchos casos. Valgan como ejemplos lo ocurrido durante la guerra del Golfo o la información filtrada que se hace circular como lo necesario y conveniente en tantas y tantas reuniones denominadas de trabajo.  

En segundo lugar, porque es difícil que la información no venga intoxicada, no sólo por la ideología, los intereses o la emotividad, sino en ocasiones por el propio medio. El medio es el mensaje, había sentenciado  MacLuhan; el currículo oculto y la comunicación no verbal , por ejemplo,  serían desde esta perspectiva algo más que situaciones interpretables únicamente en clave academicista e institucional. 

Por último, es obvio que la mayoría de la información que recibimos no puede utilizarse en la vida cotidiana. ¿Puede alguien sugerir qué puede hacer un ciudadano de a pie  a lo largo de los minutos imparables de su concreta vida cotidiana - salvo afilar su compromiso ético, si lo tiene - con la información que recibe, por ejemplo, sobre la hambruna en África, los índices de audiencia, la subida de la bolsa de New York, la guerra en Chechenia, las andanzas de Carmina Ordóñez y Jesulín de Ubrique o la convulsión  que ha supuesto en el negocio del fútbol la venida de Figo al Real Madrid? ¿No es más cierto  que todo esto configura  una blablablaosfera redundante, repetitiva y enervante que bajo el señuelo pretencioso de información global - ignorante a la vez de sus mismas condiciones de posibilidad - acaba a la postre y en la mayoría de las ocasiones desinformando de lo que realmente ocurre?. 

En consecuencia, ¿circula la información  en las sociedades occidentales? Sí. En ocasiones,  embarullada y lamentablemente muy contaminada. ¿Información global? Rotundamente no. Multimedia  en el mejor de los casos, incluyendo Internet. O tal vez algo más delicado y correoso: pura interpretación, pues los hechos de los que se nos informa dejan de existir como tales cuando, en el mismo proceso de la información, lo ocurrido queda desplazado por la interpretación que introduce la simple acción de informar.  Goethe ya lo había sentenciado aguda y contundentemente: "Todo hecho en si mismo es teoría".

Una teoría - interpretación - vehiculada  ahora con la espectacularidad de las nuevas tecnologías y desde los supuestos perceptivos de un hemisferio derecho no suficientemente reconocido ni sincronizado con el hemisferio izquierdo, por lo que la  ininterrumpida papilla informativa que nos envuelve día a día queda con mucha frecuencia reducida a puro atontamiento, embrutecimiento y cretinización progresiva del personal. 

                 Alguna bibliografía complementaria muy particular:

El cerebro emocional. Joseph LeDoux, Ariel/Planeta, 1999. Un libro sobre las últimas investigaciones  de la neurociencia, imprescindible para entender determinados mecanismos cerebrales que están en la base de los sentimientos y emociones. A mi juicio, mucho más interesante que la moda de la Inteligencia emocional  de Goleman y todo eso. 

Fantasía e imaginación: su poder en la enseñanza. Una alternativa a la enseñanza y el aprendizaje en la educación infantil y primaria. Kieran Egan. Ediciones Morata,1994. Lo mejor que puedo decir de este libro es que cuando lo leí hace ya 6 años quedé conmocionado y contribuyó, entre otros factores, a potenciar mis propias búsquedas.

Aprender con todo el cerebro. Estrategias y modos de pensamiento visual, metafórico y sensorial. Linda VerLee Williams, Martínez Roca, 1986. Aunque el libro necesitaría una actualización de algunos de sus contenidos  y enfoques sigue siendo una valiosa referencia.

La televisión, un espejo del reino. Enrique Lynch. Plaza & Janés Editores, junio 2000.  La lectura divertida y fascinante de este librito distante del mundillo de la enseñanza, que analiza la televisión desde una perspectiva poco frecuente,  me confirmó las propuestas que sostengo en este trabajo en relación con el mundo de las imágenes.

                                                                               

                                        HIPERTEXTO, NANOTECNOLOGÍA Y EDUCACIÓN

                                     Sobre redes, nudos y bucles

"Cuando gran parte del trabajo rutinario de la mente se automatiza, los talentos espaciales, intuitivos, navegacionales, quizá sean muchos más aptos para acceder a un conocimiento estructurado como la naturaleza en lugar de verse reducido a códigos alfanuméricos. Leer y escribir puede acabar siendo menos importante (el subrayado es mío)". (Del hacha al chip, J.Burke y R.Ornstein. Planeta Divulgación,2001, pág.350). 

Este párrafo tan profundamente provocador y subversivo lo he extraído de un libro que considero fundamental, que me ha conmocionado y que ha motivado estas líneas. Se trata de una de las muchas ideas que recorren sus páginas planteando una vez más las nuevas formas de procesar la información y el conocimiento de muchas gentes que viven en las sociedades occidentales en estos primeros pasos del siglo XXI. 

Cabe, no obstante,  una pregunta urgente: ¿es lo mismo informaciónconocimiento que sabiduría?. No lo son. Pero dejo  para otro momento el desarrollo de esta cuestión.

Para fundamentar lo que afirman,  sus  autores aportan datos incuestionables:

En primer lugar, la importancia que con mayor énfasis cada vez se otorga  a una de las características predominantes en el pensamiento imaginativo: esto es, trabajar de forma no lineal, a gran velocidad, de manera fortuita, hacia atrás y hacia adelante y a lo largo y a lo ancho del córtex de nuestro cerebro. Es sabido que el pensamiento imaginativo activa la capacidad de ver el mundo en su conjunto, de percibir los acontecimientos tal como se presentan simultáneamente, junto con la capacidad de analizar los problemas secuencialmente (Ver en este site también Raffaele Simone).  

Un dato curioso y sorprendente: los procesadores de datos actuales más potentes sólo parecen estar alcanzando niveles cognitivos ligeramente superiores a los de un platelminto cualquiera;  los Pentium IV, por ejemplo, están todavía en clara desventaja respecto al proceso complejo que realiza nuestro cerebro cuando piensa. Y algo verdaderamente alucinante: el número de combinaciones en que los miles de millones de neuronas de nuestro cerebro pueden interactuar supera con creces el número de átomos de todo el universo. Espectacular. Es preciso adoptar resolutivamente una imaginación nanomicroscópica para aproximarse ya a todo lo que esta maravilla supone. Quién iba a decirnos que cada uno de nosotros poseyera algo tan peculiar entre las orejas.

Pero lo peliagudo es lo siguiente: resulta que el hecho de que el carácter asociativo de una red informática convencional refleje pálidamente los procesos básicos de nuestro pensamiento arracional, no lineal, hace también que no se requiera una preparación previa complicada para usar dichas redes, ni tan siquiera que como usuarios sepamos  exactamente qué queremos preguntar, averiguar o saber. Basta simplemente  un sencillo sistema de palabras-clave combinado con palabras de lógica borrosa (del tipo de las expresiones coloquiales casi dos  o cuando afirmamos creo que esto tiene algo que ver con, ...). Una auténtica revolución, se mire por donde se mire.

Por otro lado, cualquier informático medianamente avisado conoce que ya hay disponibles en el mercado CD-ROMs que contienen miles de textos con un coste inferior a 0,1 euros por libro, pudiéndose disponer en este momento de una biblioteca importante y considerable en unos cuantos discos. Por si esto fuera poco, se cree con fundamento que en torno al año 2030 la capacidad de almacenamiento que pueden brindarnos las adelantos nanotecnológicos harán parecer a nuestros ordenadores actuales tan antiguos y obsoletos como los papiros egipcios. Como suena. Basta remitirse, sin más, a lo ocurrido hasta ahora: ¿acaso desde 1950, el número de circuitos por decímetro cúbico no ha pasado de unos 35 a centenares o miles de millones? ¿O que el tiempo empleado en realizar una operación se haya reducido de 300 microsegundos a menos de 5 nanosegundos y el coste para procesar un millón de instrucciones haya caído de 280 dólares a menos de una milésima de dólar? ¿No ha aumentado también el número de caracteres que pueden almacenarse de unos 20.000 a cientos de miles de millones? Los ejemplos podrían multiplicarse. Sin duda, estamos ante algo impresionante que únicamente podrá saborear con deleite quien se detenga a pensar con calma en todo esto.

Para ilustrar las posibilidades de semejante revolución los dos autores ofrecen un ejemplo muy didáctico y elocuente que he aliñado a mi manera. 

Imaginemos que cualquiera de nosotros se introduce en una base de datos queriendo saber, por ejemplo, algo sobre el papel higiénico. Dejando de lado la preocupante cuestión que aún está por plantear con rigor y por supuesto por resolver, es decir, qué información estará al alcance de las bases de datos, quién la proporcionará y para quién, lo que sí  podemos adivinar ya es lo que podría ocurrir con la información disponible.

Sugiero, internauta desconocido, que las líneas que siguen las leas de un tirón, rápidamente, sin pausas, sin puntos ni comas - en el texto no existen -  y sin reparar en algunas palabras que he escrito en cursiva; pretendo con esta sugerencia llamar tu atención sobre la velocidad vertiginosa que alberga  nuestro cerebro cuando activa el pensamiento no lineal asociativo.  Compruébalo:

Papel higiénico: Inventado para ser utilizado en sanitarios de cerámica que resultaron del desarrollo en el siglo XIX de los sistemas de alcantarillado como consecuencia de una epidemia de cólera cuyos efectos sociales dieron lugar a leyes sobre sanidad pública que determinaban la creación de laboratorios de patología en los que se aplicaban técnicas de teñido de células empleando la anilina descubierta en el alquitrán que quedaba como residuo en la obtención del gas para el alumbrado con que se iluminaban las clases vespertinas a  las que acudían los obreros que hilaban el algodón procedente de América procesado con la desmotadora que Eli Whitney había construido tras fabricar para los mosquetones del ejército piezas intercambiables cuyo principio hizo posible las máquinas-herramientas para las cadenas de montaje en las que se emplean técnicas de producción basadas en los procesos continuos con los que se fabricaría un día papel higiénico".

Increíble. Con este rigor mínimo habría de venir presentada, sin embargo, la información en cualquier base de datos que se precie. 

¿Qué consecuencias tendrá a medio y largo plazo todo esto? A mi juicio, varias a cual más revolucionaria, impactante, fascinante  e inquietante:

En primer lugar, lo fácil que así resultaría el manejo de la información, sin necesidad de someterse a los procesos lentos de búsqueda, selección, organización y almacenaje de los datos. Adiós, por tanto, a la imagen entrañable que anida en nuestro inconsciente colectivo desde la Edad Media de las ratas de biblioteca que invierten su tiempo leyendo, tomando apuntes y escudriñando ficheros. 

En segundo lugar,  resalta la gran variedad de rutas que nos ofrecería la información suministrada por la base de datos en torno al papel higiénico. En cada nudo existiría la posibilidad de emprender distintas rutas alternativas - las palabras que he colocado en cursiva son ejemplos que podrían ampliarse a placer  -, estableciéndose bucles y más bucles que se enredarían por doquier. ¿Quién no se emociona ante el espectáculo de una aventura cognitiva tan descomunal?.

Y lo más curioso: el usuario para conseguirlo - vuelvo a insistir -  no precisaría una cualificación previa pudiendo hacer que su exploración fuera tan fácil o compleja como decidiera, es decir, quedarse con los dos o tres primeros conceptos implicados en la información sobre el papel higiénico o explorar todos los nudos y bucles posibles (epidemia, alcantarillado, sanidad pública, etc), yendo sin solución de continuidad desde algo tan familiar como el papel higiénico a la analina pasando por el alumbrado o los mosquetones.  Fabuloso. No exagero si afirmo que con una sola entrada en la red podría interconectarse casi todo el conocimiento disponible en las diferentes ramas del saber o en las distintas áreas de conocimiento sobre una determinada cuestión. Algo tremendo. Este es el sentido profundo, en mi opinión,  del concepto hipertexto, un concepto que, según creo, no ha sido analizado y desentrañado con suficiente profundidad.

Pero la consecuencia más impresionante  de esta revolución y que afectaría de forma rotunda a la esencia actual de las instituciones educativas públicas y privadas sería lo siguiente: al no existir una ruta correcta y única condicionada por necesidades curriculares como ocurre actualmente en cualquier centro de enseñanza,  los conceptos de asignatura, de especialidad, de selección y distribución de contenidos por cursos, niveles, años escolares, etc. acusarían una profunda conmoción.

Por si fuera poco sería preciso desmenuzar también estas otras dos derivaciones a cual más tremenda:

 a) El conocimiento adquirido por el usuario con una sola entrada en la red sería en sí mismo la experiencia de haber navegado por la red, del mismo modo que conocemos las calles de una ciudad, es decir, el viaje sería más valioso que el destino y las relaciones entre los datos más valiosas que éstos. Alucinante. ¿Qué hacer, entonces,  con los conocimientos fijos y envasados o con el especialismo de corto alcance y con escasa  capacidad de interrelación que tanto se prodiga, a veces de forma exclusiva,  en los ambientes académicos?.

b) La inteligencia - y esto es ya sería definitivamente mortal - no radicaría sólo en la capacidad para procesar, integrar, almacenar y memorizar información, sino en la imaginación con que cada persona construiría su propio viaje. Howard Gardner en sus trabajos en torno a la inteligencia humana viene sugiriendo líneas de investigación en esta dirección.

Sólo desde las anteriores consideraciones resulta ahora comprensible y aceptable la provocación que encabeza este trabajo:  leer y escribir es posible que dentro de poco tiempo no comience a ser lo más importante. Así será,  si así nos parece y,  tal vez, mal que nos pese. Véase una muestra de lo que se avecina en este clic. O las novedades en torno al papel y libro electrónico.

Una pregunta surge de inmediato,  ¿podrán aguantar una andanada tan contundente las instituciones actuales de enseñanza?

Sí, a mi juicio, de tres formas:

1.- Tomando clara conciencia de lo que ya ha comenzado a gestarse,  valorándolo y analizándolo como se merece, no desde la suficiencia cerrada sobre sí misma, dando la espalda a los nuevos síntomas evidentes o, lo que es peor, desde la ignorancia (ver Cada vez se lee menos ¿qué está pasando?), aceptando de una vez por todas que nos encontramos ante algo radicalmente nuevo y de consecuencias imprevisibles tanto socioculturales como cognitivas.

2.- Continuar profundizando en los conocimientos secuenciados y lineales que hasta ahora habían sido y continúan siendo su fuerte, pero desde una lógica más borrosa, con perspectivas más flexibles,  dando entrada en las aulas  al pensamiento imaginativo para establecer sincronías y diacronías, recomponer déficits, promover sinergias críticas e interrelaciones significativas, ... Algo similar a lo que en mi trabajo ¿Estamos informados globalmente ? planteo en torno a la sincronización hemisférica. 

3.- Pero sobre todo, las instituciones educativas habrán de replantearse desde unas premisas distintas la epistemología y la metodología para acceder al saber en  las aulas presenciales, insuflando derivaciones sociales distintas para el conocimiento académico, promoviendo esta nueva conciencia ecológica global que parece despuntar lentamente y subrayando a la vez una sutil y profunda solidaridad entre todo lo existente que habrá que reformular de nuevo.

De no ocurrir así, será bastante probable que las personas mayores de 25 años que hemos entrado  expectantes  en este siglo XXI nos convirtamos a la vuelta de la esquina en una especie en vías de extinción - para comenzar, los nuevos analfabetos cibernéticos, por tanto, fácilmente manipulables -,  entre otras razones, por nuestra incapacidad filogenética para incorporar las modulaciones que la evolución de la especie humana nos está planteando. 

Alguna bibliografía complementaria muy particular

El futuro borroso o el cielo en un chip. Bart Kosko. Drakontos Crítica. 2000.

Pensamiento borroso, Bart Kosko, Crítica, 1995

La educación de la mente y el conocimiento de las disciplinas. Lo que todos los estudiantes deberían comprender. Howard Gardner , Paidós,2000 

                                                                           

 

PRÓXIMO TRABAJO:

  La fase mágico-mítica  en la formación del profesorado en las tecnologías  de la información. El riesgo de la estupidización e imbecilidad permanentes. 

EN PREPARACIÓN:

Por qué no se utilizan suficientemente las nuevas tecnologías en el aula.  Cinco propuestas.

  Internet, Intranet, Extranet. Cuando la vigilancia  puede ser una realidad. Usos y abusos en la administración de una red local  en las instituciones educativas públicas.

  ¡Stop ante la interface de usuario!. Percepción de los supuestos teóricos e ideológicos del software educativo.

  Teorías del aprendizaje implícitas en el software educativo.

  Hipertexto y atención a la diversidad. Posibilidades constructivistas.

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